lunes, 22 de junio de 2009

Fragmento "La reina de las nieves" - Carmen Martín Gaite

/... Y de repente empecé a soltar cuerda a la cometa de la fantasía, ¿Quién me impide viajar, soñar, salir en busca de aventuras, ir tejiendo la noche con mis pasos, surcarla, poseerla? De la posibilidad de poner proa a cualquier rumbo no me separaban los barrotes. Y me acordè de la canción de Moustaki que tanto me consolaba canturrear en la cárcel.

Sans projets
et sans habitude
nous pourrons rêver
notre vie,
Viens, je suis là
je n'attends que toi,
tout est possible
tout est permis.


Todo posible, nada prohibido. Soñar como Moustaki, una vida sin rutinas ni proyectos. Ver visiones como Don Quijote. Abiertas ante mi la ciudad y la noche. Tal vez me esperaba alguien, y si no, las aventuras se sueñan.

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/...- Lo importante es que te vayas a gusto ¿Te vas a gusto?

- Es que no sé. ¿Conoces El hombre que perdió su sombra?

- Si.

- Pues así estoy, como el personaje de Chamisso. Mi sombra está en la infancia, en unos árboles que se movían mientras cantaba mi madre. Es una historia de las que no tienen arreglo, por mucho que se lo busques. Andar sin sombra da vértigo.

Se había hecho un ovillo debajo de la manta y hablaba muy bajito, como para ella misma.

- Pero el vértigo sólo dura algunos ratos, mujer. Se cura durmiendo. No pienses en nada, anda, no te desveles más ¿Quieres que te recite un poema?

Asintió con los ojos cerrados. Su respiración era ahora más regular y acompasada, como la de un niño a punto de dormirse. Me concentré, procurando hacer memoria. Me lo había recitado Clara, aquella tarde delante de la iglesia de San Zeno. Venía en un libro que compré luego y que también se perdió. Aunque no del todo sus palabras. Es un poema de Cavafis. Lo empecé a recitar despacito, en aquel cuarto revuelto y mal iluminado a modo de nana para el recuerdo. Y no sabía a quien se lo estaba dedicando, Seguramente a mi mismo, como siempre. Me desdoblaba en dos perfiles enfrentados que trataban de inflar el globo de la noche, de ponerle un remiendo más.

Cuando el viaje emprendas hacia Itaca
haz votos porque sea larga la jornada
Llegar allí es tu vocación. No debes,
sin embargo, forzar la travesía.

Hice una pausa, sospechando que me había saltado alguna estrofa. No me acordaba de más. Mónica emitió un gemido de placer.

- ¿Ya no tienes ganas de llorar?

Negó con la cabeza.Sonreía adormilada

- ¿Y tú? - preguntó después de un rato, sin abrir los ojos, con una voz confusa que casi no se le entendía.

- ¿Yo? No,. mujer. Los ángeles de las despedidas nunca lloran. Ni duermen. Me voy a quedar ahí afuera, cosiendo con tus sueños viejos una silueta de sombra para que te acompañe en tu viaje a Itaca. Te la coseré a los pies. Y así el cuento acabará bien. Un remiendo que tal vez dure poco, porque nada en este mundo dura mucho, pero también se puede disfrutar de lo efímero, ¿no te parece?

Fragmento II "Tierras de cristal" - Alessandro Baricco

" Aquellas dos imágenes le habían entrado por los ojos como la instantánea percepción de la felicidad absoluta y sin condiciones. Se las llevaría consigo para siempre. Porque es así como te fastidia la vida. Te pilla cuando todavía tienes el alma adormecida y siembra en su interior una imagen, o un olor, o un sonído que después ya nunca puedes sacarte de encima. Y aquélla era la felicidad. Lo descubres después, cuando ya es demasiado tarde. Y ya eres, para siempre, un exiliado: a miles de kilómetros de aquella imagen, de aquel sonido, de aquel olor. A la deriva.

- Alessandro Barico-

Fragmento de "El volumen de la ausencia" - Mercedes Salisachs

... Sin embargo el tiempo ha pasado deprisa en los últimos doce años, Juan. Parece una ironía, pero lo cierto es que nada es más veloz que un largo lapso sin ilusiones.
No es verdad que el tiempo tarda en transcurrir cuando la vida no nos interesa. La propia monotonía y la falta de relieves lo despedaza; es decir, lo unifica, lo convierte en una dimensión sin metas ni puntos de partida.
De pronto, nos damos cuenta de que los años se nos han ido de las manos, de que hemos sido burlados por su fugacidaz. Y es que todas las horas del día han sido mortalmente iguales: todas vacías, todas carentes de emoción.
Por eso cuando te fuiste, la vida fue para mí como una recta final; una pendiente vertiginosa hacia el vacío.
Todo era siempre lo mismo, y los acontecimientos jamás tenían futuro: sólo recuerdos."Aquello sucedió antes de que Juan se fuera, o después de que Juan y yo nos vimos por primera vez, o a poco de inaugurarse la exposición de Juan, el estudio de Juan, el coche de Juan ... "
Así iba envejeciendo yo: teniendote a tí como punto de referencia, contando los años como si fueran horas y los lustros como si fueran años.
Hasta las Navidades se sucedían unas tras otras igual que si entre cada una de ellas no mediaran trescientos sesenta y cinco días completos.
También las estaciones volaban. Tanto que, a menudo, cuando pensaba en alguna de ellas , no sabía precisar si ya se había cumplido o si estaba aún por llegar.
En cambio, cuando aún no te habías ido, cada segundo tenía una medida, cada instante se nutría de sentido. Por eso el tiempo podía dosificarse, ensancharse y hasta prolongarse. Pero esa facultad de medir la vida por milimetros y por fracciones cabe cuando se viven situaciones relevantes.
Ahora lo esencial es pensar que el tiempo no existe, que tanto el pasado como el futuro no es más que un gigantesco presente.


Sería interesante hacer el recuento de los sobresaltos , los desengaños y las heridas que vamos acumulando a lo largo de nuestro transitar por la vida. Y medirlos. Llegar a conocer con exactitud lo que nos ha afectado o nos ha dolido.
Vistos en perspectiva, no parece que sean los grandes acontecimientos los que han contribuido a los cambios opticos o a la transformación de nuestros esquemas.
Son las circunstancias pequeñas; esos procesos rezagados que tanto se relacionan con los comportamientos ajenos, las miradas furtivas, las displicencias inesperadas ... Problemente la humanidad entera está enferma de ese tipo de procesos.


Una vez me dijiste que no bastaba derribar y construir sobre los derribos para sentirnos seguros: "Es preciso tambien recordar los derribos, analizarlos a fondo, para evitar que las nuevas construcciones sufran los mismos errores"
Entonces no llegué a entenderte, con frecuencia te expresabas de un modo metafórico, y yo problamente no estaba preparada para asimilar tus ideas.
Las comprendo ahora, Juan: después de esos doce años vacios de tu presencia, pero tremendamente llenos de tu ausencia. ¿Sabías tú que también las ausencias pueden tener volumen? La tuya lo tuvo. Fue un volumen lleno de ti, de tus palabras dichas al desgaire, y de las que ni siquiera me habías dicho pero que yo adivinaba; de coloquios interminables entre tu yo lejano y mi propia soledad, siempre presente. Un volumen cada vez más hinchado de ti; de evocaciones que mientras eran aún hechos cotidianos apenas tenían dimensión ni grosor, pero que a medida que los años transcurrían, iban creciendo y creciendo: miradas, gestos, ademanes,actitudes. Realidades, en fin, que no por pertenecer al ayer dejaban de serlo: "Nadie puede arrebatarme el recuerdo", pensaba muy a menudo. Y nadie, tampoco, podía disminuirlo, deshincharlo. Cada instante que había vivido contigo estaba allí, en los departamentos estancos y secretos de mi conciencia.


- ¿Hasta cuándo vas a seguir queriéndome , Juan? Todos estamos expuestos a ser inconstantes -
- Nunca habrá un "Hasta cuando""entre nosotros, Ida. El secreto está en sincronizar los relojes de nuestro cariño -
Lo malo era que los relojes no se habían sincronizado. Los relojes de aquel amor habían ido marcando horas distintas, desmanteladas y cada vez más divergentes.
La ausencia es mucho más que un espacio vacío y un tiempo sin horas.
La ausencia es también un dejar de conjugar ensoñaciones y un sufrir agonías por trances dispares, y un resurgir alegrías distintas o desencantos contradictorios , todo ello desconectado de lo que fue un compartir continuo.

sábado, 20 de junio de 2009

Fragmento " La Elegancia del erizo" - Muriel Barbery

... /“La eternidad se nos escapa.

Tales días, en los que naufragan en el altar de nuestra naturaleza profunda todas las creencias románticas, políticas, intelectuales, metafísicas y morales que años de educación y cultura han tratado de imprimir en nosotros, la sociedad, campo territorial agitado por ondas jerárquicas, se sume en la nada del Sentido. Adiós a los pobres y a los ricos, a los pensadores, a los investigadores, a los dirigentes, a los esclavos, a los buenos y a los malos, a los creativos y los concienzudos, a los sindicalistas y a los individualistas, a los progresistas y a los conservadores; ya no son sino homínidos primitivos cuyas muecas y sonrisas, gestos, adorno, lenguaje y códigos inscritos en el mapa genético del primate medio, solo significan esto: representar su papel o morir.

Esos días uno necesita desesperadamente el Arte.” ...\

... /“Por primera vez en mi vida, he sentido el significado de la palabra nunca. Pues bien, es horrible. Pronunciamos esa palabra cien veces al día pero no sabemos lo que decimos antes de habernos enfrentado a un verdadero nunca más. El caso es que uno siempre tiene la ilusión de que controla lo que ocurre; nada parece definitivo. Por mucho que me dijera estas últimas semanas que me iba a a suicidar, ¿de verdad lo creía?¿De verdad me hacía sentir esta decisión el significado de la palabra nunca? En absoluto. Me hacía sentir mi poder de decidir. Pero cuando alguien a quien se quiere muere… entonces de verdad os digo que uno siente lo que significa, y hace mucho, mucho daño. Es como un castillo de fuegos artificiales que se apagara de golpe y todo quedara negro. Me siento sola, enferma, me duele el corazón y cada movimiento me cuesta unos esfuerzos titánicos.”...\


... /"Quienes, como yo, se sienten inspirados por la grandeza de las cosas pequeñas, la buscan hasta en el corazón de lo no esencial, allí donde, ataviada con indumentaria cotidiana, surge de cierto ordenamiento de las cosas corrientes y de la certeza de que es como tiene que ser, de la convicción de que asi está bien"... \

Muriel Barbery

Fragmento "Tierras de cristal" - Alessandro Baricco

Suceden cosas que son como preguntas. Pasa un minuto, o tal vez años, y después la vida responde. La historia de Morivar es una de esas cosas.

Cuando el señor Rail no era más que un muchacho, fue un día a Morivar porque en Morivar estaba el mar.
Y allí fue donde vio a Jun.
Y pensó: viviré con ella.
Jun estaba en medio de la gente. Estaban esperando para embarcarse en un navío que se llamaba Adel. Equipajes, niños, gritos y silencios. El cielo estaba limpio y se anunciaba tormenta. Extrañezas.
-Me llamo Dann Rail.
-¿Y qué?
-No, nada, lo que quería decir es que... ¿te marchas?
-Sí.
-¿A dónde vas?
-¿Y tú?
-Yo a ninguna parte. No me marcho.
-¿Y qué estás haciendo aquí?
-He venido a recoger a alguien.
-¿A quién?
-A ti.
/ Tenías que verla, Andersson, qué belleza... Tenía una sola maleta, apoyada en el suelo, y en la mano un paquete que mantenía aferrado, que no abandonaba nunca, aquel día no lo abandonó ni un momento. No quería marcharse de allí, quería subir a aquel barco, y entonces yo le pregunté «¿Volverás?» y ella contestó «No». Y yo dije «Entonces no creo que te convenga marcharte de verdad», así se lo dije. «Y ¿por qué?» Me preguntó: «Y ¿por qué?» /
-Porque ¿cómo te las vas a arreglar para vivir conmigo?
/ Y entonces ella se rió, era la primera vez que la veía reírse, y tú sabes bien, Andersson, cómo es Jun cuando se ríe, no es que uno pueda quedarse ahí y hacer como si no hubiera pasado nada, si está Jun delante riéndose, está claro que uno acaba por pensar si yo no beso a esta mujer me volveré loco. Y yo pensé: si no beso a esta chica me volveré loco. Obviamente no era eso exactamente lo que pensaba ella también, pero lo que es más importante es que se rió, te lo juro, ella estaba allí, en medio de toda aquella gente, aferrando su paquete entre los brazos y se rió /
Faltaban todavía dos horas para la salida del Adel. El señor Rail comunicó a Jun que si no iba a beber algo con él, se ataría una enorme piedra al cuello, se tiraría al agua del puerto, y la enorme piedra, al hundirse en el agua, desgarraría la quilla del Adel, que se hundiría chocando contra el barco de al lado, el cual, al tener la bodega llena de pólvora, estallaría con un terrorífico fragor levantando llamaradas de una altura de diez metros que en poco tiempo...
-Vale, vale, antes de que se queme el pueblo entero vayamos a beber algo, ¿de acuerdo?
Él cogió la maleta, ella siguió aferrando su paquete. La taberna estaba a un centenar de metros de allí. Se llamaba Señor Dios. No era un nombre de taberna.
El señor Rail tenía dos horas de tiempo, tal vez menos. Sabía adónde quería llegar, pero no sabía por dónde empezar. Lo salvó una frase que un día le había dicho Andersson, y que durante años había estado ahí, esperando su momento. Había llegado su momento. «Y si ves que ya no hay absolutamente nada que hacer, entonces empieza a hablarle del cristal. Las historias que te he contado yo. Verás cómo caen. Ninguna mujer puede resistirse de verdad a historias como ésas.»
/ Yo jamás he dicho una estupidez semejante, Pues claro que lo dijiste, Imposible, Lo que te falla es la memoria, querido Andersson, Lo que a ti no te falla es la fantasía, querido señor Rail /
Durante dos horas el señor Rail le habló a Jun del cristal. Se lo inventó casi todo. Pero algunas cosas eran verdaderas. Y bellísimas. Jun escuchaba. Como si le estuvieran hablando de la luna. Después entró un hombre en la taberna y gritó que el Adel estaba a punto de zarpar. Gente que se levanta, voces lanzadas de un sitio a otro, ondear de paquetes y de equipajes, niños que lloran. Jun se levanta. Coge sus cosas, se da la vuelta y se dirige hacia la puerta. El señor Rail deja dinero sobre la mesa y corre detrás de ella. Jun camina deprisa hacia el barco. El señor Rail corre detrás de ella y piensa Una frase, tengo a toda costa que encontrar la frase adecuada. Pero es ella la que la encuentra. Se detiene de golpe. Deja la maleta en el suelo, se vuelve hacia el señor Rail y susurra
-¿Tienes más historias de ésas?... historias como la del cristal.
-Montones.
-¿Tienes una tan larga como una noche?
/ Y así no se subió a aquel barco. Y nos quedamos los dos allí, en Morivar. Faltaban siete días para que zarpara otro barco. Pasaron deprisa. Y después pasaron otros siete. El barco esta vez se llamaba Esther. Jun quería subir a toda costa. Decía que no tenía más remedio que subir. Era por aquel paquete, ¿comprendes? Decía que tenía que llevarlo allá, ni siquiera sé dónde quedaba ese allá, nunca me lo dijo. Pero era allá adonde tenía que llevarlo. A alguien, creo. Nunca quiso decirme a quién. Ya sé que es una historia extraña, pero es así. Allá hay alguien y un día Jun se presentará ante él y le dejará el paquete en las manos. En aquellos días en los que estuvimos en Morivar, una vez dejó que lo viera. Abrí el papel y dentro había un libro, todo escrito con una caligrafía pequeñísima, encuadernado en azul. Un libro, ¿comprendes? Solamente un libro /
-¿Lo has escrito tú?
-No.
-¿Y qué dice?
-No lo sé.
-¿No lo has leído?
-No.
-¿Y por qué?
-Algún día tal vez lo lea. Pero antes tengo que llevarlo allá.
/ Santo Dios, Andersson, yo no sé cómo hay que comportarse en la vida, pero ella ese libro tiene que llevarlo allá y yo... yo conseguí que no subiera a aquel barco que se llamaba Esther, yo conseguí traerla aquí, y cada semana hay un barco que parte sin ella, hace ya muchos años. Pero no conseguiré retenerla aquí para siempre, se lo he prometido, un día se levantará, cogerá su maldito libro y se volverá a Morivar; y yo dejaré que se vaya. Se lo prometí. No pongas esa cara, Andersson, ya sé que parece algo absurdo, pero es así. Antes que yo llegó ese libro a su vida, y no puedo hacer nada. Está ahí, a mitad del camino, ese maldito libro, y no podrá quedarse ahí para siempre. Un día reemprenderá su camino. Y Jun es ese viaje. ¿Lo comprendes? Todo lo demás, Quinnipak, esta casa, el cristal, tú, Mormy y hasta yo, todo lo demás no es otra cosa que una gran parada imprevista. Milagrosamente, desde hace años, su destino contiene el aliento. Pero un día volverá a respirar. Y ella se marchará. Ni siquiera es tan horrible como parece. ¿Sabes?, de vez en cuando pienso... tal vez Jun sea así de hermosa porque lleva encima su destino, límpido y sencillo. Debe de ser una cosa que te hace especial. Ella la tiene. De aquel día en el muelle de Morivar, yo no olvidaré jamás dos cosas: sus labios y cómo aferraba aquel paquete. Ahora sé que estaba aferrando su destino. No lo abandonará sólo porque me ama. Y no se lo robaré sólo porque la amo. Se lo prometí. Es un secreto y no se lo debes decir a nadie. Pero es así /
-¿Dejarás que me vaya, ese día?
-Sí.
-¿De verdad, señor Rail?
-De verdad.
-¿Y hasta entonces no hablaremos nunca más de esta historia, nunca, nunca?
-No, si no quieres.
-Entonces llévame a vivir contigo, te lo ruego.
Por eso un día, desde Morivar, llegó el señor Rail, y junto a él estaba una muchacha tan hermosa como no se había visto nunca en Quinnipak. Por eso se amaron, los dos, de aquella manera extravagante, que al verla parecía imposible, y que sin embargo era hermosa sólo con que se pudiera aprender... Y por eso durante días y días, treinta y dos años después, el señor Rail fingió no ver los minúsculos preparativos que se desprendían de los gestos de Jun, hasta que ya no pudo resistir más y después de haber apagado la lámpara, aquella noche, dejó pasar unos instantes, luego cerró los ojos y en lugar de decir
-Buenas noches
dijo
-¿Cuándo te marchas?
-Mañana.
Suceden cosas que son como preguntas. Pasa un minuto, o tal vez años, y después la vida responde. Fueron treinta y dos los años que pasaron antes de que Jun volviera a coger su maleta, aferrara contra el pecho su paquete y saliera por la puerta de la casa del señor Rail. Por la mañana temprano. El aire húmedo a causa de la noche. Pocos ruidos. Nadie a la vista. Jun baja por el sendero que lleva a la carretera. La está esperando la calesa de Arold. Pasa todos los días por allí. No le importa hacerlo un poco más temprano de lo habitual ese día. Gracias, Arold. No hay de qué. La calesa parte. Devora la carretera poco a poco. No se volverá atrás. Alguien se acaba de despertar. La ve pasar.
Es Jun.
Es Jun que se marcha.
En la mano lleva un libro que se la está llevando lejos.
(Adiós, Dann. Adiós, pequeño señor Rail, que me has enseñado la vida. Tú tenías razón: no estamos muertos. No es posible morir cerca de ti. Hasta Mormy esperó a que estuvieras lejos para hacerlo. Ahora soy yo quien se va lejos. Y no estaré cerca de ti cuando muera. Adiós, mi pequeño señor, que soñabas con trenes y sabías dónde estaba el infinito. Todo aquello que existía, yo lo he visto al mirarte a ti. Y he estado en todas partes estando contigo. Es algo que no seré capaz de explicar nunca a nadie. Pero es así. Me lo llevaré conmigo y será mi secreto más hermoso. Adiós, Dann. No pienses nunca en mí si no es riendo. Adiós.)

Fragmento " Respóndeme" de Susanna Tamaro

Me había preguntado siempre qué es el amor, pero nunca qué es la vida. Venimos al mundo y somos el himno mismo de la precariedad. Basta un virus un poco arrogante, un golpe ligero en la nuca para que nos deslicemos a la otra parte.

Somos un himno a la precariedad y una invitación al mal, a hacérnoslo mutuamente los unos a los otros. Una invitación que hemos aceptado desde el primer día de la creación. La hemos aceptado por obediencia, por pasión, por pereza, por distracción. Te mato para vivir. Te mato para poseer. Te mato para librarme de ti. Te mato porque amo el poder. Te mato porque no vales nada. Te mato porque quiero vengarme. Te mato porque matar me da placer. Te mato porque me molestas. Te mato porque me recuerdas que a mí también me pueden matar.

Todo en el mundo tiene su contrario. El Norte y el Sur. Lo alto y lo bajo. El frío y el calor. El macho y la hembra. La luz y la oscuridad. El bien y el mal. Pero entonces, si es así verdaderamente, ¿por qué es posible decir: «Te mato» y no es posible decir: «Te devuelvo la vida»? La vida nació antes que el hombre y ningún hombre es capaz, con su sola voluntad, de crear la vida. «¡Muere!», podemos gritar, pero no: «¡Vive!». ¿Por qué? ¿Qué se esconde en este misterio?

Me había preguntado siempre qué es el amor, pero nunca qué es la vida. Venimos al mundo y somos el himno mismo de la precariedad. Basta un virus un poco arrogante, un golpe ligero en la nuca para que nos deslicemos a la otra parte.

viernes, 19 de junio de 2009

Fragmento "En nombre de la rosa" - Humberto Eco

Hasta entonces había creído que todo libro hablaba de las cosas, humanas o divinas, que están fuera de los libros. De pronto comprendí que a menudo los libros hablan de libros, o sea que es casi como si hablasen entre sí. A la luz de esa reflexión, la biblioteca me pareció aún más inquietante. Así que era el ámbito de un largo y secular murmullo, de un diálogo imperceptible entre pergaminos, una cosa viva, un receptáculo de poderes que una mente humana era incapaz de dominar, un tesoro de secretos emanados de innumerables mentes, que habían sobrevivido a la muerte de quienes los habían producido, o de quienes los habían ido transmitiendo.


-Pero entonces --dije-, ¿de qué sirve esconder los libros, si de los libros visibles podemos remontamos a los ocultos?


-Si se piensa en los siglos, no sirve de nada. Si se piensa en años y días, puede servir de algo. De hecho, ya ves que estamos desorientados.


-¿De modo que una biblioteca no es un instrumento para difundir la verdad, sino para retrasar su aparición? -pregunté estupefacto.


-No siempre, ni necesariamente. En este caso, sí.

Fragmento Los Girasoles ciegos - Alberto Méndez

PÁGINA 1
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Elena ha muerto durante el parto. No he sido capaz de mantenerla a este lado de la vida. Sorprendentemente el niño está vivo.
Ahí está, desmadejado y convulsivo sobre un lienzo limpio al lado de su madre muerta. Y yo no sé qué hacer. No me atrevo a tocarlo. Seguramente le dejaré morir junto a su madre, que sabrá cuidar de un alma niña y le enseñará a reír, si es que hay un sitio para que las almas rían. Ya no huiremos a Francia. Sin Elena no quiero llegar hasta el fin del camino. Sin Elena no hay camino.
¿Cómo se corrige el error de estar vivo? ¡He visto muchos muertos pero no he aprendido cómo se muere uno!
PÁGINA 2
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No es justo que comience la muerte tan temprano, ahora que aún no ha habido tiempo para que la vida se diera por nacida.
He dejado todo como estaba. Nadie podrá decir que he intervenido. La madre muerta, el niño agitadamente vivo y yo inmóvil por el miedo. Es gris el color de la huida y triste el rumor de la derrota.
«¿Es este niño la causa de la muerte o es su fruto?».)


PÁGINA 3
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No aprendí a sortear la pena y la pena me ha amputado a Elena con su dalle. Además yo sólo sé escribir y contar cuentos. Nadie me enseñó a hablar estando solo ni nadie me enseñó a proteger la vida de la muerte. Escribo porque no quiero recordar cómo se reza ni cómo se maldice. .. /

... /
El niño ha llorado todo el día, con una fuerza sorprendente. Ha conseguido que piense en él, aunque he claveteado mi mirada en el rostro de Elena muerta y he pasado toda la mañana sin prestarle atención. Ahora caigo en que no he derramado ni una sola lágrima, probablemente porque el llanto del niño es suficiente. Y necesario. Yo no hubiera conseguido llorar con tanto desconsuelo, no hubiera logrado gritar con tanta rabia. Elena ha sido llorada sin mi esfuerzo. ¿Cómo puede llorar un hombre y desvanecerse al mismo tiempo?

PÁGINA 4
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Sí. Hemos perdido una guerra y dejarnos atrapar por los fascistas sería lo mismo que regalarles otra vez otra victoria. Elena ha querido seguirme y ahora sabemos que nuestra decisión ha sido errónea. Quiero pensar que jamás se cometió un error tan generoso.
Debimos hacer caso a sus padres, a los que pido perdón por permitir que Elena me acompañase en mi huida.
Que te quedes, no te harán daño, le dije. Que te sigo. Que me matan. Que me muero. Hablábamos de la muerte para dejar la vida al descubierto. Pero nos equivocábamos. Nunca debimos emprender un viaje tan interminable estando ella de ocho meses. El niño no vivirá y yo me dejaré caer en los pastos que cubrirá la nieve para que de las cuencas de mis ojos nazcan flores que irriten a quienes prefirieron la muerte a la poesía.

PÁGINA 5

¿Hubiera preferido Elena que separara al niño de la placenta que le rodea, atara su cordón umbilical con una de mis botas e intentara que humilláramos a los vencedores con la vida germinal de la revancha? Pienso que ella no hubiera querido un hijo derrotado. Yo no quiero un hijo nacido de la huida. Mi hijo no quiere una vida nacida de la muerte. ¿O sí?
Si el dios del que me han hablado fuera un dios bueno, nos permitiría elegir nuestro pasado, pero ni Elena ni su hijo podrán desandar el camino que nos ha traído hasta esta braña que será su sepultura...

Fragmento - El peso de las sombras de Ángeles Caso . Finalista Premio Planeta 1994

.... \ Pero un corazón noble ama sólo una vez, por entero, entregando para siempre toda la ternura y el deseo y la piedad. él esperaba, aguardaba el momento en que aquel otro corazón solitario, triste, anhelante de desconocidas ternuras descubriese al amigo hasta entonces silencioso por el pudor y la paciencia. Sin embargo, la vida juega a veces malas pasadas, engaña los sentidos, hace quiebros al tiempo, desbarata las oportunidades, pone trampas al sentimiento, que cree acertar, cree haber llegado en el momento justo, cree ser infalible cuando solo es frágil,desconcertado, inoportuno .. Y él se fue, tuvo que irse lejos, y aún calló, seguro de su sino, confundiendo lo propio con lo ajeno, y ella , Teresa de Treville, entró una noche en casa de Hugo de Montespín y se quedó allí por siempre, enclaustrada en aquella cárcel de amor equivocado, de amor herido, cerrado sobre si mismo como un capullo que no ha podido crecer por falta de sustento, de aliento del amor otro, del amor amado y cercano un instante, que deslumbró y engaño, que fingió acercarse para fundirse y engrandecerse y se alejó luego, burlón , orgulloso, altivo, saboreando el derrumbe del amor ajeno, el deterioro del capullo pronto lleno de gusanos... Tal vez lloró Teresa - como ella había tenido que llorar-, por la irrefrenable falta de juicio de su débil corazón equivocado, que la hizo amar quien no la amaba y desdeñar a quien hubiera sido capaz de encerrar los rayos de la luna en una cesta por hacerla a ella feliz .. Y él volvió, regresó del largo viaje. sus ojos se entrecerraron de llanto cuando divisó desde el barco las costas blancas donde ella debía de estar esperándole. Y luego, al saberla amante de otro, al descubrir su estúpida inocencia, la cruel soledad de su pasión quiso morir de pena, y vino aquí a Belbec, por verla, por decirle lo que nunca le había dicho, lo que hubiera podido contarle cuando su corazón era aún solitario, que la amaba, que todavía estaba dispuesto a darle la mano como antes, que treparía la montaña más alta, y descendería al fondo más oscuro de los océanos y rompería todos los hilos que le ataban al mundo si ella aceptaba su amor .. Pero Madame de Montespín no podía mandar sobre su anhelo prisionero. Y los dos languidecieron en aquella desdichada vida de desencuentros, de burlas del tiempo y del sentimiento. Y luego cuando ella murió y el supo del abandono de su cuerpo adorado en aquella tumba oscura y sola quiso dejar por siempre allí rastro de su pasión malgastada .. Si, Teresa de Montespín había amado, con amor solitario, desesperado, malherido de muerte. Y de la misma manera había sido amada. Sin esperanza.

Mariana sonrió entre las lágrimas, recordando la figura menuda de su madre, sintiendo el inmenso consuelo de saber que su vida no había sido estéril y vacía, que había dejado detrás de ella aquella estela, recuerdos en la memoria de alguien, de momentos nunca vividos, ansias en sus entrañas de abrazos siempre frustrados ... Se alegró ahora de que Monsieur de Montespín no estuviera enterrado junto a ella, que descansara por siempre lejos de aquellos restos aún doloridos de su traición , en la tierra ardiente y distante de Cuba … /

...\ Luego por la noche , acostados, creía tocar la gloria con las manos: él entraba dentro de su vientre, y se gozaba en ella, suya. Si, Mariana era suya, como la sombra es propiedad del cuerpo, y unida a él indisolublemente nace y muere. Mariana pertenecía a Marcel, y le gustaba sentirse cosa a su lado, objeto suyo sobre el que él dejaba descansar la mano, sabiendo que ni una triza de su cuerpo o de su alma se rebelaría en su contra, entera propiedad de aquel hombre que era a la vez muralla y asilo , guarida y universo .... El placer era en él algo inmediato un rápido espasmo, una fría liberación necesaria, ajena a la ternura y al cuidado. Pero Mariana, olvidado el gozo nervioso del pasado, se le entregaba sintiéndose espuma, cresta de ola que lame la arena y alivia el ardor y restaña las heridas de la tempestad y el huracán, desvaneciéndose en su esfuerzo ../

Fragmentos "La Hija del Canibal", Rosa Montero

Pero esa noche, en la cama, aturdida por lo incomprensible de las cosas, me sorprendió sentir un dolor que hacía tiempo que no experimentaba: el dolor de la ausencia de Ramón. A fin de cuentas llevábamos diez años viviendo juntos, durmiendo juntos, soportando nuestros ronquidos y nuestras toses, los calores de agosto, los pies tan congelados en invierno. No le amaba, incluso me irritaba, llevaba mucho tiempo planteándome la posibilidad de separarme, pero él era el único que me esperaba cuando yo volvía de viaje y yo era la única que sabía que él se frotaba minoxidil todas las mañanas en la calva. La cotidianeidad tiene estos lazos, el entrañamiento del aire que se respira a dos, del sudor que se mezcla, la ternura animal de lo irremediable. Así es que aquella noche, insomne y desasosegada en la cama vacía, comprendí que tenía que buscarlo y encontrarlo, que no podría descansar hasta saber qué le había ocurrido. Ramón era mi responsabilidad, no por ser mi hombre, sino mi costumbre.

Con la desaparición de Ramón aprendí que el silencio puede ser ensordecedor y la ausencia invasora. No es que echara exactamente de menos a mi marido: ya digo que estábamos acostumbrados a ignorarnos. Pero llevábamos una década viviendo a dos, y eso crea una relación especial con el espacio. Ya no me cruzaba con él en el cuarto de baño por las noches, no le oía resoplar en la cama a mi lado, no encontraba los restos de su café en la cocina cuando me levantaba —porque siempre me levantaba después que él: Ramón era funcionario del Ministerio de Hacienda y tenía un horario regular—. Cuando vives a dos el mundo se adapta a ese ruido, a ese ritmo, a esos perfiles, y la súbita ausencia del otro desencadena un cataclismo en el paisaje. Me sentía como el ciego a quien un día cambian los muebles de lugar sin advertírselo, de manera que el salón de su casa, tan conocido, se convierte de repente para él en un territorio tan ajeno y desconcertante como la tundra.

Yo no tengo niños. Quiero decir con esto que sigo siendo hija y sólo hija, que no he dado el paso habitual que suelen dar los hombres y las mujeres, las yeguas y los caballos, los carneros y las ovejas, los pajaritos y las pajaritas, como diría yo misma en mis abominables cuentos infantiles. A veces esta situación de suspensión biológica resulta algo extraña. Todas las criaturas de la creación se afanan prioritaria y fundamentalmente en parir y poner y desovar y empollar y criar; todas las criaturas de la creación nacen con la finalidad de llegar a ser padres, y hete aquí que yo me he quedado detenida en el estadio intermedio de hija y sólo hija, hija para siempre hasta el final, hasta que sea una hija anciana y venerable, octogenaria y decrépita pero hija.

En la vida hay conocimientos que se buscan y conocimientos que se encuentran. Los conocimientos que se buscan suelen ser técnicos, o eruditos. Normalmente se adquieren paso a paso, con una presunción previa de lo que vendrá. Claro que también puede tratarse de asuntos emocionales e íntimos; una muchacha virgen puede querer saber lo que es el sexo, por ejemplo. Pero, aun en estos casos, los conocimientos que se buscan suelen ser un desarrollo de la propia vida. Añaden, no restan. Aportan datos, memorias y vivencias. Acumulan.

Los conocimientos que se encuentran, por el contrario, suelen amputar una parte de ti. Por lo pronto, te roban la inocencia. Tú estabas tan tranquilo, ignorante feliz de tu ignorancia, cuando, zas, te atrapa una novedad, una maldita sabiduría a la que no aspirabas. Por lo general, una revelación es eso: un fogonazo de insoportable claridad, un rayo de realidad que te cae encima. Una luz despiadada bajo la que descubres que lo que antes eran para ti paisajes no son más que forillos, y que has vivido en un teatro creyendo que era vida; de modo que has de recolocar tu pasado, reescribir de nuevo tu memoria y perdonarte a ti mismo por tanta estupidez y tan feroz ceguera. Para bien o para mal, nada sigue igual tras una revelación como es debido.

jueves, 18 de junio de 2009

Fragmento "Memoria de mis putas tristes"

" Gracias a ella me enfrenté por vez primera con mi ser natural mientras transcurrían mis noventa años. Descubrí que mi obsesión de que cada cosa estuviera en su puesto, cada asunto en su tiempo, cada palabra en su estilo, no era el premio merecido de una mente en orden, sino al contrario, todo un sistema de simulación inventado por mí para ocultar el desorden de mi naturaleza. Descubrí que no soy disciplinado por virtud, sino como reacción contra mi negligencia; que parezco generoso por encubrir mi mezquindad, que me paso de prudente por mal pensado, que soy conciliador para no sucumbir a mis cóleras reprimidas, que sólo soy puntual para que no se sepa cuán poco me importa el tiempo ajeno. Descubrí, en fin, que el amor no es un estado del alma sino un signo del zodíaco.

Me volví otro. Traté de releer los clásicos que me orientaron en la adolescencia, y no pude con ellos. Me sumergí en las letras románticas que repudié cuando mi madre quiso imponérmelas con mano dura, y por ellas tomé conciencia de que la fuerza invencible que ha impulsado al mundo no son los amores felices sino los contrariados. Cuando mis gustos en música hicieron crisis me descubrí atrasado y viejo, y abrí mi corazón a las delicias del azar.

Me pregunto cómo pude sucumbir en este vértigo perpetuo que yo mismo provocaba y temía. Flotaba entre nubes erráticas y hablaba conmigo mismo ante el espejo con la vana ilusión de averiguar quién soy. Era tal mi desvarío, que en una manifestación estudiantil con piedras y botellas, tuve que sacar fuerzas de flaqueza para no ponerme al frente con un letrero que consagrara mi verdad: Estoy loco de amor. "

Fragmento "Vivir adrede" - Mario Benedetti

"Cada existencia tiene sus vaivenes, que es como decir sus pormenores. El tiempo es como el viento, empuja y genera cambios.

De pronto nos sentimos prisioneros de una circunstancia que no buscamos sino que nos buscó. Y para liberarnos de esa gayola es imprescindible pensar y sentir hacia adentro, con una suerte de taladro llamado
meditación.

De pormenor en pormenor vamos descubriendo el exterior y la intimidad, digamos el milímetro de universo que nos tocó en suerte.

Y sólo entonces, cuando encontramos al muchacho o al vejestorio que lleva nuestro nombre, sólo entonces los pormenores suelen convertirse en
pormayores..

Fragmento "Ojalá fuera cierto" - Mark Levy

[...> Lauren deció contarle una historia, un juego para distraerlo. Le pidió que imaginara que había ganado un concurso cuyo premio sería el siguiente: todas las mañanas, un banco le abriría una cuenta con 86.400 €. Pero como todo juego tiene sus reglas, éste tendría dos.


- La primera regla, es que todo lo que no te has gastado a lo largo del día, se te retirará por la noche. No puedes hacer trampas, no puedes traspasar el dinero a otra cuenta, sólo puedes gastarlo. Pero a la mañana siguente, al despertar, el banco te abre otra cuenta con 86.400 €. para ese día.

- La segunda regla es que el banco puede interrumpir este juego sin previo aviso. En cualquier momento puede decirte que se ha acabado, que cancela la cuenta y ya no te abre ninguan más. ¿ Qué harías? [...>

- Ese Banco Mágico lo tenemos todos - contestó ella- . Es el TIEMPO. El Cuerno de la Abundancia de los segundos que pasan.

Todas las mañanas, al despertar, se nos abonan 86.400 segundos de vida en nuestra cuenta para ese día, y cuandos nos dormimos por la noche no hay "suma y sigue"; lo que no se ha vivido en ese día se ha perdido, ayer acaba de pasar. Todas las mañanas se repite ese prodigio, se nos 86.400 segundos de vida, pero jugamos con esa regla inevitable: el Banco puede cancelarnos la cuenta sin previo aviso; en cualquier momento, la vida puede acabar. ¿ Qué hacemos, pues, con nuestro 86.400 segundos diarios? ¿ Son más importantes unos segundos de vida que unos €uros?

Desde el accidente, comprobaba a diario que muy pocas personas se percataban de lo que se cuenta y se aprecia el tiempo. Le expuso entonces las conclusiones de su historia:

- ¿ Quieres entender que es un año de vida? Pregúntaselo a un estudiante que acaba de suspender el examen de fin de curso.

¿ Un mes de vida? Díselo a una mujer que acaba de traer al mundo un niño prematuro y espera que salga de la incubadora para estrecharlo entre sus brazos, sano y salvo. ¿ Una semana? Que te lo cuente un hombre que trabaja en una fábrica o en una mina para mantener a la familia. ¿Un día? Háblales del asunto a dos que están locamente enamorados el uno del otro y esperan el momento de volver a estar juntos. ¿Una hora? Pregúntale a la persona claustrofóbica encerrada en un ascensor averiado. ¿Un Segundo? Mira la expresión de un hombre que acaba de salvarse de un accidente de coche. ¿ Una milésima de segundo? Pregúntale al atleta que acaba de ganar la medalla de plata en los Juegos Olímpicos, en vez de la medalla de oro para la que lleva toda la vida entrenándose.


La VIDA es Mágica, Athur, y hablo con conocimiento de causa, porque desde que sufrí el accidente saboreo el premio que es cada instante. Así que, por favor, aprovechemos todos estos segundos que nos quedan.


Arthur la tomó entre sus brazos y le susurró en el oido: - "Cada segundo contigo cuenta más que cualquier otro segundo."




"Identificar la felicidad cuando está en los pies de uno, tener el valor de agacharse para tomarla entre los brazos... y conservarla. Eso es la inteligencia del corazón. La inteligencia a secas, prescindiendo de la del corazón, no es más que lógica y eso no es gran cosa."





"La duda y la elección que la acompaña son las dos fuerzas que hacen vibrar las cuerdas de nuestras emociones. Recuerda que sólo cuenta la armonía de esa vibración"




"Me has dado algo que yo ni sabía que existiera; antes de vivir a través de ti no imaginaba que el amor pudiera aportar tantas cosas sencillas. Nada de lo que viví antes de concerte valía uno solo de los segundos que hemos pasado juntos. Quiero que siempre sepas hasta que punto te he amado; no sé hacia qué tierras partiré, pero si existe un más allá, seguiré amándote con toda esta fuerza y esta alegría con la que has llenado mi vida."

Siento que me voy alejando - Gioconda Belli

Siento que me voy alejando, que voy saliéndome poco a poco de esta realidad de las mañanas y las tardes y voy entrando a un mundo que estoy construyéndome con mis deseos y mis ansiedades y todas las cosas reprimidas que empiezan a querer salírseme y que me empujan, casi sin darme cuenta, en la incertidumbre, allí donde deberé quedarme sola, donde me da miedo ir porque sé que tendré que asumir toda la responsabilidad del haberme dado cuenta, del saber que no todo es aire y agua y pan y leche y que hay algo más que nos rodea, que está en la atmósfera, que nos persigue y espera para envolvernos en esa belleza dolorosa que quisiéramos compartir y acercarla a los demás pero, al contrario, nos aleja, nos hace sentirnos irreales, diferentes, como que acabáramos de nacer a un mundo que no conocimos hasta entonces o como que hubiésemos llegado de la estrella más cercana o de la más lejana y estamos abiertos totalmente a las hojas, al ruido, sintiendo derramarse la vida, sintiendo que nos acercamos a esa, la verdadera realidad, aunque todos crean lo contrario y nosotros no podamos explicárselos.

miércoles, 17 de junio de 2009

Fragmento "El amor en tiempos del cólera"- Gabriel García Márquez

" Terminaron por conocerse tanto, que antes de los treinta años de casados eran como un mismo ser dividido, y se sentían incómodos por la frecuencia con la que se adivinaban el pensamiento sin proponérselo, o por el accidente ridículo de que el uno se anticipara en público a lo que el otro iba a decir. Habían sorteado juntos las incomprensiones cotidianas, los odios instantáneos, las porquerías reciprocas y los fabulosos relámpagos de gloria de la complicidad conyugal. Fue la época en que se amaron mejor, sin prisa y sin excesos, y ambos fueron mas conscientes y agradecidos de sus victorias inverosímiles contra la adversidad. La vida había de depararles todavía otras pruebas mortales, por supuesto, pero ya no importaba: estaban en la otra orilla. "

Fragmento "Quién se ha llevado mi queso" . Spencer Johnson, M.D

"...Luego se echó a reír al darse cuenta de que había empezado a cambiar en cuanto aprendió a reírse de si mismo y de todo lo que hacía mal. Comprendió que la forma más rápida de cambiar consistía en reírse de la propia estúpidez, pues sólo así puede uno desprendrese de ella y seguir rápidamente su camino.

Era consciente de haber aprendido algo útil de sus amigos ratones, Fisgón y Escurridizo, algo importante sobre seguir adelante. Ellos procuraban que la vida fuera más sencilla, en no complicarla en exceso.

Reflexionó sobre los errores que había cometido en el pasado y los utilizó para planificar el futuro. Ahora sabía que se puede afrontar el cambio.
¿Había tomado Hem la decisión de desprenderse del pasado y seguir adelante? ¿Había entrado en el laberinto y descubierto que podía mejorar su vida?"





La vida no es ningún pasillo recto y fácil que recorremos libres y sin obstáculos sino un laberinto de pasadizos, en el que tenemos que buscar nuestro camino, perdidos y confusos, detenidos,
de vez en cuando, por un callejon sin salida.

Pero, si tenemos fe, siempre se abre una puerta ante nosotros; quizá no sea la que imaginamos.
pero si será, finalmente, la que demuestre ser buena para nosotros
.